Errores frecuentes:
 

Errores más frecuentes:

    1- La repetición de palabras: nuestro idioma es lo suficientemente rico para evitar el uso iterativo de la misma expresión una y otra vez, dentro de las más de 450,000 palabras del castellano alguna podrá servirte para darle riqueza y dinamismo a tu texto. Queismo: Los profesores han dado en llamar "queismo" al fenómeno que resulta de utilizar exageradamente el nexo "que" a lo largo de un texto, a veces abusando de este recurso a extremos tales que llega a ser la palabra más usada dentro de un texto. Evitarlo será muy sencillo si comprendemos que este vocablo se utiliza para introducir una oración subordinada, sustituible casi siempre por una simple palabra equivalente. Si no recuerdas nada acerca de esas oraciones subordinadas te sugerimos que revises el apartado al efecto, pero observa antes cómo puedes evitar el queismo en el siguiente ejemplo:

    "El niño que no tenía dinero ni para comprarse un mendrugo de pan murió de frío esta mañana"

    Como podrás observar el qué se encuentra antes de una calificación, de una expresión que nos dice cómo es ese niño en cuestión. Mira cómo es fácil sustituirla por un adjetivo, sin que la oración pierda contenido:

    "El niño pobre murió de frío esta mañana".

    ¿Viste qué fácil?, Bien, ahora ten cuidado, porque exactamente en la misma tónica se encuentran otros defectos análogos, como el "cualismo", el "cuyismo" y otros semejantes.

    2- El mentismo: "Mentismo" es otro de esos términos jocosos inventados por los profesores para designar una falla en la redacción de sus alumnos; en este caso se refiere al abuso de los adverbios terminados en el sufijo "mente" de los cuales, el esciba neófito puede abusar con facilidad. Evitarlo es muy sencillo, casi cualquier adverbio terminado en mente se puede sustituir con una modificación de otro tipo, por ejemplo:

    En vez de decir: "Bilbo caminó lentamente." podemos decir: "Bilbo caminó con lentitud."

    En vez de decir: "Frodo comió vorazmente." podemos decir: "Frodo comió con voracidad." 

    3- La anfibología: Es esta una palabreja que suena como a batracio ¿no? Pero en realidad significa que por un defecto de la redacción el lector tiende a perder de vista al sujeto o alguno de los complementos y no saber quién realiza la acción o a quién está afectando, por ejemplo, cuando Carlos Salinas y su mujer visitaron el museo naval de Washington apareció en el periódico una nota que le costó un enorme regaño a su autor: Esa nota decía a la letra:

"El Presidente de México, Carlos Salinas, visitó hoy el Museo Naval en compañía de su mujer, abigarrada construcción en forma de submarino..."

    Lo cual no significaba, por supuesto, que la mujer de Salinas tuviera forma de submarino; sino que el museo tenía forma de submarino. El error, llamado anfibología, proviene de alterar el orden antural de la oración de manera que un sujeto doble se confunde con el complemento directo y la calificación de este. Ten cuidado con esto, las consecuencias de esta falla pocas veces son jocosas para el autor.

    4- La cacofonía: Otra palabreja con nombre exótico ¿verdad? Pero es otro de los puntos, ya en un nivel más fino del dominio de la lengua, que debes tener en cuenta en el momento de redactar tus trabajos. La cacofonía consiste en el defecto de fonética que ocurre cuando reúnes dos palabras que repiten sonidos, incluso sílabas completas de manera ingrata para el oído, que a veces sólo se hacen evidentes en el momento de la lectura, por ejemplo, en la expresión:

Vendré con mi hamaca acapulqueña.

    ese aca-aca suena muy mal, allí vale la pena gastar un par de palabras y suavizar el sonido con algo como:

    La hamaca de Acapulco.

    Que sigue sonando extraño, pero ya no tan mal como la primera.

    5- La rima interna: También una exigencia más fina en el arte de la escritura, consiste en dejar que se aglomere un conjunto de palabras con terminaciones parecidas lo cual, si está bien para escribir calaveritas, es hasta cierto punto desagradable al leerse en voz alta. Podrías caer incluso en algún exceso como el siguiente:

    Recuerdo la noche en que salí así, sin ti, capullito de alelí, ji ji jí.

    Como broma tal vez sea admisible, pero en un texto serio resulta en un defecto de la calidad del mismo.